
02/03/20 Pero… el tacatá, ¿es malo?
Desde el Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana (CDIAT) de Síndrome de Down Castellón, la fisioterapueta del centro, Neus Bort, aborda un tema que interesa a muchas familias y que genera un sinfín de dudas: el uso del tacatá. En este artículo se ofrecen una serie de datos que pretenden aclarar las dudas entorno a este instrumento tan conocido en la crianza de los niños y niñas.
A pesar de encontrarnos en la denominada “sociedad de la información” y de tener a nuestro alcance un sinfín de nuevas tecnologías que nos permiten estar informados en todo momento sobre aquello que nos interesa o que deseamos saber, seguimos encontrando mucha controversia en las creencias populares sobre el denominado taca-taca o tacatá infantil.
Los familiares, cuando colocan a su hijo o a su hija en un tacatá, lo último que piensan es que les pueda perjudicar. Suelen utilizar dicho soporte por diversos motivos, tienden a creer que aprenderá a caminar antes, que cogerá fuerza en las piernas, que se distraerá o que le estimulará. Como mucho alguien puede que comente que “dicen que se le arquearán las piernas”, pero se suele concluir la conversación con la afirmación de que: «si no fuese bueno… no lo venderían».
Tradicionalmente, la sociedad ha creído que el uso del tacatá aceleraba el aprendizaje de los primeros pasos. Recientes estudios han comparado el desarrollo de bebés que utilizaban tacatá y otros que no lo hacían. Estos estudios indican que el uso del tacatá no tiene absolutamente ningún tipo de beneficio en cuanto al desarrollo infantil:
- No fortalece las piernas.
- No favorece el aprendizaje de los primeros pasos.
- No contribuye al desarrollo psicomotor.
- En cuanto al pie infantil, no permite un buen apoyo plantar y recae todo el peso del cuerpo en las puntas, dificultando el equilibrio.
- Puede provocar algunas alteraciones biomecánicas que ocurren al utilizarlo: modifica el eje vertebral y aumenta las presiones en la articulación de la cadera, rodilla, tobillo y columna vertebral en un momento en el que se debería disfrutar de otro tipo de posiciones y de movimientos (arrastre, volteo, gateo…).
- Además, su uso implica un riesgo importante, puesto que, al poder alcanzar más objetos, hay un aumento de accidentes domésticos.
Independientemente de estos datos, es cierto que un niño o una niña debe descubrir el movimiento de su cuerpo y practicarlo a medida que éste madura.
Será muy beneficioso para su desarrollo, poder voltear, arrastrarse, colocarse a cuatro patas, gatear, desplazarse a culadas, ponerse de rodillas, ponerse de pie con apoyo de los muebles o de la pared, y cuando ya se sienta preparado o preparada, mantenerse de pie y dar pasos agarrándose de los muebles, hasta que finalmente madure su equilibrio, su coordinación y camine; todo esto de forma independiente, respetando su tiempo y sin forzar, aunque por supuesto con nuestra ayuda.
En el desarrollo de las primeras etapas no siempre aparece el gateo, pero hay infinidad de maneras de desplazarse diferentes, pueden arrastrarse, caminar sobre pies y manos simulando la marcha de un oso, o se desplazan sentados lateralmente… en definitiva, lo importante es que se desplacen y que exploren su entorno. Desde los 4 o 5 meses hasta los 12-18 meses el niño y la niña viven un proceso precioso e irrepetible, de desarrollo psicomotor.
En conclusión, cada bebé debe disfrutar de todas las etapas de desarrollo a su ritmo, sin forzar el hecho de andar o estar de pie, con el ambiente adecuado a su etapa de desarrollo y con juguetes apropiados para su edad. Por ello, si eres padre o madre, prepárale el espacio y déjale que se mueva libremente.