Yo decido. Apóyame en esta decisión

A lo largo del día tomamos gran cantidad de decisiones que determinan nuestra conducta. Esto es así porque somos seres con autodeterminación. Este constructo no es algo nuevo ya que en la década de los 90, Wehmeyer lo definió como “las actitudes y las habilidades que se requieren para actuar como agente causal primario en la vida de uno mismo y hacer elecciones y tomar decisiones con respecto a la calidad de vida propia, libre de interferencias o influencias externas indebidas”. Sin embargo, no es hasta hace unos años cuando se le ha dado realmente la importancia que merece, defendiendo el cumplimiento de este derecho. El fomento desde las organizaciones de la autodeterminación y participación de las personas con discapacidad intelectual hace que queramos resaltar su relevancia también en la etapa de envejecimiento.

Para que las personas podamos actuar de manera autodeterminada es importante que:

  • tomemos decisiones
  • hagamos elecciones
  • solucionemos problemas
  • establezcamos metas

Estas cuestiones que, a priori, tenemos integradas en nuestra vida diaria, pueden quedar desvirtuadas cuando hablamos de personas con discapacidad intelectual y/o síndrome de Down.

La autodeterminación es el resultado de un proceso educativo en el que las familias y profesionales han tenido un papel muy importante, estimulando y favoreciendo ambientes para que estas cuestiones se propicien. Gracias a ella, conseguimos tomar el control de nuestras vidas, ganamos independencia y decimos sobre aquello que queremos hacer. Este término está muy ligado a la calidad de vida: cuanto más protagonista somos de nuestro proyecto de vida, mayor calidad de vida tendremos. Es ahí donde las personas con discapacidad intelectual se encuentran barreras y para superarlas, debemos proveer del sistema de apoyos preciso.

Pero, ¿podemos evaluar la autodeterminación? La respuesta es SÍ. Hay ciertas escalas que nos permiten evaluarla y así podemos llevar a cabo acciones para continuar favoreciéndola o bien establecer un plan de trabajo que permita fomentarla. La Escala INICO-FEAPS o bien la Escala San Martín, permiten evaluar la Calidad de Vida de manera integral contemplando, entre otras dimensiones, la autodeterminación. En los diferentes programas y servicios de la entidad se realizan estas evaluaciones a las personas beneficiarias para promover la independencia que se deriva de la autodeterminación.

Desde el entorno familiar, también se debe favorecer que la persona con discapacidad intelectual sea quien lidere su vida y se le permita elegir sin miedo al error. Algunas formas de crear oportunidades para ello son:

  • Romper con las creencias de que sus familiares no son capaces de tomar buenas decisiones. Valorar su autodeterminación.
  • Favorecer la socialización: proveer de entornos en los que la propia persona se involucre en decisiones familiares, grupo de amistad,… Conectar a la persona en sus entornos naturales.
  • Proporcionar elecciones para que sea la persona quien decida.
  • Preguntarle qué piensa.
  • Escuchar su opinión antes de darle nuestra opinión.

Desde el Programa de Envejecimiento Saludable consideramos que es imprescindible fomentar en las personas que acuden a nuestros servicios esta autodeterminación a fin de que puedan tener una calidad de vida plena. Pese a que una persona se haga mayor, sigue siendo el o la protagonista de su vida y en esta etapa vital también debemos garantizar que sea así.