Principales miedos y barreras a las que se enfrentan las personas con discpacidad intelectual en edad laboral

artículo del equipo de Formación y Empleo

Las personas con discapacidad intelectual se enfrentan a una serie de desafíos tanto en su vida diaria como en el ámbito laboral. A medida que alcanzan la edad adulta, uno de los mayores retos para esta población es la inclusión en el mercado laboral. Sin embargo, los miedos y barreras asociadas a este proceso pueden ser significativos, tanto para las personas con discapacidad intelectual como para sus familias y las empresas.

Uno de los mayores obstáculos a los que se enfrentan las personas con discapacidad intelectual en el mundo laboral es la discriminación. Lamentablemente, muchas veces se les percibe como incapaces de realizar tareas laborales de manera eficiente y rápida, resolver conflictos diarios o afrontar tareas más específicas. A pesar de que la discapacidad intelectual no es un obstáculo insuperable para desempeñar una gran variedad de trabajos, la falta de conocimientos sobre la discapacidad, junto con los estereotipos y prejuicios negativos, contribuye a la exclusión y a la limitación de oportunidades laborales.

Algunas de las frases que más se repiten entre las personas con discapacidad sobre posibles miedos o preocupaciones relacionadas con un futuro empleo son: “que me traten diferente por tener discapacidad”, “que me digan que solo estoy en la empresa por tener síndrome de Down”, “que me rechacen o hagan mobbing” o “no ser aceptado en la plantilla de trabajadores/as y que me juzguen antes de tiempo”.

A pesar de los avances en la legislación y políticas de inclusión, muchas veces los entornos laborales no están suficientemente adaptados para garantizar la accesibilidad y el éxito en la inclusión de las personas con discapacidad intelectual en un empleo ordinario. Esto incluye desde la falta de formación en el puesto de trabajo hasta la ausencia de modificaciones físicas o tecnológicas que faciliten el desempeño de las tareas, aspecto que representa un obstáculo significativo. 

Algunas empresas no siempre están dispuestas a implementar estos ajustes debido a múltiples causas: ausencia de orientaciones y asesoramiento por parte de profesionales, falta de tiempo o conocimiento y sobrecarga de trabajo, entre otros.

No hay que olvidar que incorporar a la rutina de trabajo estas adaptaciones, no solamente beneficia a las propias personas con discapacidad sino también a toda la plantilla de la empresa, quienes aseguran mayor éxito y rendimiento en el trabajo cuando se llevan a cabo estos apoyos específicos.

Por otra parte, el miedo al rechazo es una de las barreras emocionales más poderosas que enfrentan las personas con discapacidad intelectual en el contexto laboral. A menudo, temen que su condición sea vista como una desventaja y no lograr cumplir con las expectativas de sus responsables o compañeros/as de trabajo. Este miedo puede generar ansiedad y evita que se presenten a ofertas laborales o incluso que no acepten oportunidades cuando estas surgen.

Además, la inseguridad y la baja autoestima es otro de los aspectos más comunes. Las personas con discapacidad intelectual a menudo han sido subestimadas en diferentes contextos a lo largo de su vida (escuela, familia, comunidad, grupos de iguales…) y como resultado, pueden sentir que no son lo suficientemente competentes para enfrentar los desafíos laborales, lo que puede afectar negativamente a la confianza en sí mismas.

Aunque cada vez son menos los casos, todavía hay empresas que se muestran reacias a contratar a personas con discapacidad intelectual.

 

Esto puede deberse a preocupaciones económicas y a la falta de conocimiento sobre los beneficios que las personas con discapacidad intelectual pueden aportar a la plantilla y, sumada a la percepción de que contratar a estas personas podría implicar costos adicionales, puede llevar a las empresas a descartar esta opción.

Algunas de las frases de empresarios/as de la provincia que ya cuentan en su plantilla con personas con discapacidad intelectual, y que han eliminado los aspectos comentados anteriormente, son las siguientes: “tenemos el almacén más ordenado”, “verle trabajar nos contagia de alegría y motivación a todos/as”, “es muy responsable en su trabajo, siempre llega puntual”, “se nota las ganas y el interés que pone cuando se le enseña una tarea nueva”, etc.

Las familias de personas con discapacidad intelectual también se enfrentan a miedos y a barreras en el proceso de inserción laboral. Muchas veces, estas se sienten preocupadas por las dificultades que sus seres queridos pueden encontrar en el trabajo, como el rechazo o la incapacidad de realizar la tarea correctamente, la autonomía o el cumplimiento de expectativas por parte de la empresa. Estos miedos influyen en las familias y la sobrecarga emocional puede influir en la toma de decisiones y el apoyo ofrecido a la persona con discapacidad, limitando así las oportunidades de empleo.

Otro aspecto importante es el apoyo social de amistades, familiares y comunidad, ya que es crucial para las personas con discapacidad intelectual. Muchas veces las redes de apoyo social son insuficientes o inadecuadas, lo que puede generar sentimientos de aislamiento y frustración. La falta de una red de apoyo efectiva puede dificultar el acceso al empleo y la inclusión en el mundo laboral.

En definitiva, las barreras que enfrentan las personas con discapacidad intelectual en el ámbito laboral son variadas y complejas. Es fundamental que la sociedad, las empresas y las políticas públicas trabajen de manera conjunta para crear un entorno más inclusivo y accesible. Solo así se podrá garantizar que las personas con discapacidad intelectual tengan las mismas oportunidades laborales, una mejor calidad de vida y el derecho a desarrollar todo su potencial en el ámbito laboral.

 

Equipo de Formación y Empleo 

Síndrome de Down Castellón